¿Viva México?
- Subversivo_mx

- 17 sept 2020
- 2 Min. de lectura

ESTEFANÍA PORRAS
El nacionalismo es un componente indiscutible en los Estados porque contiene todos los símbolos y prácticas que dan identidad a los pobladores de cada región en el mundo. Por medio del nacionalismo, se constituyen las diferencias de los ciudadanos en el mundo, dando cuenta no solo de sus tradiciones, sino de su historia y el proyecto con el que van de frente hacia el futuro. En estos términos, se establecen relaciones de cordialidad, pensando en países que comparten idioma y rutas pasadas; aunque también se logran contraposiciones, conflictos presentes determinados por lo que fuimos.
Sin embargo, no es el hecho en sí mismo lo que hace de un vínculo amistad o conflicto. Son las personas involucradas que delimitan en los significados del hecho quienes deciden cómo será la forma de relacionarse en un futuro. La historia la cuentan siempre los vencedores, con sus filias y sus fobias. ¿Quién perdió en aquella guerra por territorio? ¿Quiénes compartían ideales? ¿Entre qué actores fue forzosa una alianza pese a un antiguo rechazo?
Si pensamos en un caso como el mexicano ¿qué es el nacionalismo si no la herencia de lo que el priísmo nos ha dejado? Un país donde las instituciones y los símbolos patrios se fusionaron con un partido, los héroes nacionales lo son porque funcionaban a los propósitos del partido, desde su nacimiento como PNR hasta su vertiente más tecnócrata.
Todas las facciones amparadas bajo el manto de la revolución. Cada uno de los desfavorecidos trabajando con ahínco para levantar un país destruido por los Otros. Los invasores, los extranjeros, los que no son de esta tierra pero vienen a favorecerse de ella. La contribución de un pueblo con el fin de vivir en paz dentro de un lugar propio. Un loable sentimiento que desdibuja los intereses de la clase política de cualquier tiempo.
Lo que hoy son para nosotros los personajes de la historia, nos lo contaron con un fervor casi religioso. Porque en México el nacionalismo y la fe caminan de la mano incluso con una virgen a quien se le permite portar los colores patrios. Y con una idolatría a quienes participaron en conflictos armados a cauda de la religión.
Estos significados son los que definen las relaciones de amigos y enemigos, significados que han estado arraigados en el tiempo y propiciados por actores que poco se benefician con sus cambios. Basta mirar las noticias con el presidente en turno para recordar el respeto irrestricto a los símbolos del nacionalismo. Un hombre de antiguas referencias, invocando los valores nacionales contra el enemigo del mexicano. Hoy las batallas son distintas, ni Madero, ni Juárez, ni Hidalgo, son suficientes para definir al enemigo actual.
El enemigo se condensa en todo aquello que no es contrario a los valores patrios, pero que no es funcional para el poder: las variaciones en el mercado, marcadas por las decisiones supranacionales; los movimientos en la defensa del medio ambiente, que ya no se reprimen tan fácilmente; las feministas dando sentido, que ya no se cargan como las escopetas ni se quedan en las cocinas.
La nueva historia para ser verdaderamente justa, deberá tener con dignidad los rostros de las personas oprimidas y dará una dimensión apropiada a los humanos que hoy se pintan como héroes nacionales.






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