Somos brujas que nunca vas a quemar
- Subversivo_mx

- 27 oct 2020
- 2 Min. de lectura

ESTEFANÍA PORRAS
Las brujas son un referente cultural presente en la mayoría de las sociedades. En cada región, han adquirido particularidades para adaptarse a los contextos. Sin embargo, la visión occidental de las brujas es una de las más conocidas y se resume en grupos de mujeres de apariencia hostil o bien, poseedoras de una falsa belleza cuyo propósito es engañar a los varones con quienes se relacionan; vinculadas con deidades malignas que las facultan para controlar y romper las leyes naturales.
Esta imagen en bloque respecto a las brujas tiene su origen en la Edad Media etapa en que se justificó aplicar un aparato de disciplinamiento -orquestado desde instituciones políticas y religiosas- sobre las mujeres. El control se orientaba en específico contra aquellas que tenían conocimientos científicos o medicinales, parteras, viudas, propietarias, y de poco, contra toda la que supusiera una amenaza.
Dentro de Calibán y la Bruja, Silvia Federici analiza el vínculo entre la consolidación del Estado moderno, el capitalismo y la división sexual del trabajo. De manera que identifica en el control de la sexualidad femenina un punto determinante para la reproducción de mano de obra, así como una razón para la asignación de funciones permitidas y vetadas, entre las cuales, la autonomía reproductiva no tenía cabida.
El cuestionamiento feminista ha conducido a reivindicar la historia de las brujas como mujeres no conformistas que han resistido a las normas patriarcales a lo largo de la historia de la humanidad. Esta perspectiva supera la dualidad entre mujeres buenas y malas, por medio de la reapropiación de la figura de las brujas como modelo de resistencia: ante el conservadurismo y ante el capital.
En la actualidad la consigna “Somos las nietas de todas las brujas que nunca pudiste quemar”, acompaña las acciones de protesta como un tributo a quienes nos han precedido en la lucha. Sin embargo, ha recibido críticas en cuanto al sentido literal de la expresión. Para el caso mexicano donde la religión católica tiene un enraizamiento fuerte con la mexicanidad, pensar a las brujas con la imagen en bloque como adoradoras del Diablo, significaría un rechazo inmediato por nuestras antecesoras.
Pero se ha dicho, ésta sería una lectura simplista. Las brujas no se encuentran de manera exclusiva en las mujeres que se autodenominan feministas. Las brujas que no pudiste quemar son las que perecieron ante la misoginia y sobrevivieron a través del recuerdo. Las brujas también son todas las que sin preparación alguna han cuestionado los modelos que les fueron impuestos. Aquellas que no encontraron en la maternidad su destino, que estudiaron, que ejercieron como profesionistas. Y con más fuerza, pese al rechazo que puedan tener ante el feminismo, son todas brujas aquellas que sobrevivieron a la violencia.
Es ahí donde se encuentra el mayor signo de resistencia: sobreviviendo. Porque los relevos generacionales han prevalecido ante el paso de los siglos. De manera que la apuesta es mantener la llama encendida. Ser autónomas e incendiarias más que víctimas de la hoguera. Porque somos las que nunca podrán quemar.






Comentarios