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Menstruación

  • Foto del escritor: Subversivo_mx
    Subversivo_mx
  • 29 oct 2020
  • 3 Min. de lectura

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Martha Perez


Todas las mujeres (y personas menstruantes) vivimos de manera distinta la menstruación, recuerdo la película Perfume de Violetas donde una niña pasa la tarde en la casa de otra, durante su estadía “le baja” y mancha su ropa interior por lo que toma unos calzones limpios de la amiga y tira los sucios en el bote de basura, cuando la madre de la niña de la casa se da cuenta, juzga de indecente y sucia a la que botó los calzones llenos de sangre. Lamentablemente la postura de esta madre es una práctica común, las mujeres constantemente somos señaladas y juzgadas por sangrar, nos enseñan a esconder nuestro sangrado, a pesar de que es algo que pasaremos desde aproximadamente los 12 años que empieza la pubertad hasta quizá los 50 cuando comienza la menopausia. En este texto les planteo una serie de elementos sobre los cuales reflexionar en torno a la menstruación.

La menstruación está llena de estigmas sociales, se piensa que la sangre huele mal (es sangre huele solo a hierro, a lo mismo que huele la que te sale de cualquier herida), es sucia (¡es sangre!), la debemos de esconder (es un proceso natural ¿por qué esconderlo?). Qué diferente sería la vida de las adolescentes si no se avergonzaran de su sangrado, si fuese visto como un cambio más, como un “gallo” que se le sale a cualquier adolescente al hablar, como un barrito que te sale repentinamente en la frente, etc. Además de dichos estigmas sociales, las mujeres se enfrentan a condiciones sanitarias adversas, en algunos lugares (zonas rurales, cárceles, etc.) el acceso al agua o a instalaciones sanitarias no es posible, exponiendo a las mujeres a contraer infecciones.

La brecha salarial es la diferencia en los salarios pagados a hombres y mujeres al hacer un mismo trabajo y poseer experiencia y cualificación igual. Los salarios suelen ser menores para las mujeres por el simple hecho de ser mujeres y subvalorar su trabajo, las mujeres reciben un salario menor que los hombres pero tienen que pagar precios inflados en algunos productos como los de higiene (esto es llamado el impuesto rosa, por ejemplo, pagar mas por el mismo rastrillo por el simple hecho de que es rosa y dirigido a las mujeres), en este sentido un salario menor y precios altos de productos de higiene como las toallas, tampones, protectores sanitarios, etc. implican una carga económica mayor para las mujeres, la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) publicó en la Revista del Consumidor de marzo de 2020 un estimado de precios de toallas sanitarias, donde una unidad puede alcanzar los $4.88 pesos mexicanos, estimando un gasto mensual de $97.6. Para mujeres (y personas menstruantes) en situación de pobreza, gastar esa cantidad en artículos de higiene puede ser imposible.

La carga económica para las mujeres ha sido analizada y atacada por algunos Estados, donde los productos de higiene femenina son gravados con 0% (en México se graban con el 16%), como en India, España, Australia y algunos estados de EUA. En Escocia se hacen transferencias monetarias directas para que las mujeres puedan obtener estos productos, en el caso mexicano, se han hecho 2 intento para desgravar (quitarle el Impuesto al valor agregado -IVA-) los productos de higiene femenina, sin embargo, estas propuestas se han quedado estancadas desde 2016.

En conclusión, las mujeres (y personas menstruantes) nos enfrentamos a tres grandes retos en torno a la menstruación: los estigmas sociales con efectos en nuestro bienestar emocional al pensar en el sangrado como algo malo o sucio, la falta de acceso de muchas mujeres a agua o instalaciones sanitarias (sobre todo mujeres en zonas rurales o cárceles) y su repercusión en la salud al estar expuestas a infecciones, y por último, las dificultades económicas que implica la adquisición de productos de higiene femenina.

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