Legítima protesta
- Subversivo_mx

- 15 jun 2020
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En las últimas semanas, las redes sociales han sido invadidas con noticias sobre manifestaciones en Minneapolis, Washington y otras partes del mundo, debido al asesinato de George Floyd, un ciudadano estadounidense, cuya vida fue arrebatada por un miembro de la policía de Minneapolis.
Estos acontecimientos han captado la atención de miles de espectadores, unos a favor y otros en contra de los actos llevados a cabo por los manifestantes, quienes han ocasionado destrucción de propiedad pública como protesta a las acciones o más bien a la inacción del gobierno estadounidense sobre abusos de poder, discriminación y delitos racistas, perpetrados por la misma autoridad estatal.
Acciones colectivas como estas, han estado presentes a lo largo de la historia. No podemos olvidar, las protestas en Hong Kong, las manifestaciones en Chile y lo ocurrido en Ciudad de México, todas exigiendo la respuesta del Estado a sus demandas. Estos movimientos se tornaron violentos, destruyeron y transformaron la vía pública de dichos países, en lugares que reflejaban el hartazgo y descontento social con los actores que ejercían el poder. Así mismo, despertaron en los espectadores muchos sentimientos negativos, al ver sus calles convertidas en un signo de lucha. En esto último, México no se quedó atrás.
Hace días, muchos justificaron quemar edificios y pintar monumentos como signo de protesta en Washington y Minneapolis, mientras que criticaron las acciones de colectivos feministas en Ciudad de México al pintar el Ángel de la Independencia, con su siempre presente comentario "no son formas", olvidando que, en cada lucha social, el espacio público es el campo de batalla y este tipo de acciones, son la estrategia para ser escuchados por gobiernos sordos.
Manifestar apoyo hacia un movimiento en pro de los derechos humanos, se aplaude y creo yo, debería de hacerse siempre. Así como debería de realizarse una autocrítica de lo que sucede en el propio país y de lo que significa salir a las calles a exigir derechos. Una acción colectiva como lo decía Charles Tilly es aquella protesta, rebelión o disturbio que es discontinua y contenciosa, aquella que puede llegar a ocasionar cooperación o conflicto, ya que esta, plantea amenazas al orden existente. Estos movimientos, ocasionan cambios que se salen de lo establecido, al luchar por la igualdad y el respeto de los derechos humanos, de una forma disruptiva.
Claro que unas personas se quedan dentro del margen, pero si todo el mundo se quedará en el margen ninguna acción se realizaría. Grandes movimientos han tenido que usar la fuerza para ser escuchados, con un grito de desesperación han pintado el presente, para mejorar el futuro.
Sin movimientos como el de los derechos civiles, el sufragio femenino, movimiento por una libre orientación sexual, entre muchos otros, la realidad que conocemos no sería la misma y hay que reconocer que no lo lograron pidiendo permiso. Es necesario reflexionar antes de criticar a esas personas que decidieron arriesgarse, porque su fin era mejorar las condiciones de vida de aquellos reprimidos y olvidados por el Estado. Como dijo un genio anónimo, "la desigualdad social es más violenta que cualquier otra protesta".







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