top of page

La memoria de un pueblo

  • Foto del escritor: Subversivo_mx
    Subversivo_mx
  • 6 oct. 2020
  • 3 Min. de lectura

ree

ESTEFANÍA PORRAS


Uno de los mecanismos del ser humano para sobrevivir a situaciones traumáticas que transgredieron su integridad, es el olvido. Suprimir información en estos casos, tiene como fin continuar una vida cotidiana sin el asecho constante de dicha amenaza. Este planteamiento opera a nivel individual. Sin embargo ¿qué ocurre cuando es una sociedad la que olvida su historia?

Podría parecer una suposición extrema debido a que si comparamos, la historia de vida de un sujeto es cuantitativamente menor a la que puede acumular una sociedad; mientras que la historia de una persona se acota a su corporalidad, a una sociedad se le vincula a un territorio y a cambios sustanciales en la forma de organización. De tal manera que los procesos de memoria y olvido no son iguales, y en términos generales se diferencian por un proceso de selección deliberado y abierto en cuanto a la información que se conserva.

Por lo general, el olvido para un individuo en situaciones traumáticas se da de forma inconsciente, es decir, no hay una voluntad explícita en el sujeto para determinar qué información prevalece en la memoria, ni siquiera en casos no vinculados a experiencias traumáticas. Por ejemplo, del agregado de datos aprendidos en una jornada normal, los individuos únicamente conservan información resumida y prioritaria para la vida cotidiana.

En el caso de una sociedad no es posible atribuir a un proceso cognitivo la memoria y el olvido. En el pensamiento social interfieren estrategias que pretenden la conservación de su historia, resumida en tradiciones, costumbres y hechos significativos, todos ellos vinculados a la identidad del grupo. Entonces ¿las sociedades también olvidan como mecanismo de preservación?

Se ha mencionado en diversas ocasiones que la historia la hacen los vencedores. Los grupos oprimidos pierden no solo lo que en el momento se encuentra en disputa, sino la capacidad de definirse con el paso del tiempo y reconocerse en sus propios términos y no en los dominantes. Esta situación hace que la memoria colectiva olvide fragmentos de la historia humana o bien, la recuerde desde una postura parcial, vendida como neutral.

El olvido como forma de conquista acompaña a la sociedad desde que tenemos registro de nuestra existencia y podríamos tomar como ejemplo desde la quema de la biblioteca de Alejandría, los procesos de conquista y colonización, hasta la construcción del Estado moderno mexicano que pretendía suprimir de la vida civil a los pueblos originarios. Esta perspectiva siempre considera primero a los vencedores respondiendo a qué información es recordable, quiénes serán recordados, cómo serán presentados los hechos y en favor de qué propósito.

El olvido así impuesto sobre los vencidos no solo elimina el registro de una oposición real, sino que invisibiliza las acciones negativas ejercidas por los dominados. De manera que un recurso común para la reivindicación de la memoria colectiva oprimida comienza por contar los hechos desde su perspectiva. Para lo anterior, debe romperse con los discursos victimizantes, donde se infantiliza a las personas silenciadas en la historia dándoles un rol pasivo ante hechos que supuestamente ocurrieron sin que pudieran hacer nada al respecto.

Por el contrario, para preservar la historia colectiva de estos grupos es necesario escuchar sus narrativas partiendo de la dignidad, retomar los episodios de la vida social con todos los matices necesarios. En sociedad, el olvido no es una manera de sobrellevar un proceso traumático, de eso nos han dado cuenta los movimientos reivindicativos de las víctimas en casos de genocidios o violencia extrema. Nombrar los hechos, luego identificar responsabilidad, son pasos inherentes para romper con el olvido social selectivo.


ree

 
 
 

Comentarios


bottom of page