La educación a distancia
- Subversivo_mx

- 25 ago 2020
- 3 Min. de lectura

ESTEFANÍA PORRAS
Tras la pandemia COVID-19, las relaciones interpersonales han experimentado transformaciones que aún no terminan por definir la nueva normalidad. Con el fin de evitar el incremento de contagios y sus consecuentes defunciones, todos los países han implementado medidas para reactivar cada uno de los sectores donde la sociedad lleva su día a día.
Sin lugar a dudas, el sector educativo es uno de los más importantes, no sólo por el tiempo de ocupación que da a la niñez y las juventudes, sino por las implicaciones que a largo plazo se consiguen con una educación de calidad y sin barreras de acceso. En la educación se condensan las expectativas de la mayor parte de la sociedad.
Para muchas personas, la oportunidad que hoy tiene su descendencia de recibir educación es una esperanza de movilidad y, en apariencia, de un futuro mejor. El idilio de una educación integral y gratuita ha sido fundamental en la política mexicana con la promesa de reducir las brechas de desigualdad y de acceso a formas de vida más dignas.
Ayer, 24 de agosto, se reanudaron actividades escolares a través de la estrategia “Aprende en casa”, que contempla la distribución de contenido educativo por televisión abierta sin espacios publicitarios, así como recursos digitales no obligatorios. La medida es resultado de la disposición que establece no volver a clases presenciales a menos que el semáforo que mide el grado de la pandemia se encuentre en verde.
Si bien se intenta disminuir la brecha digital aprovechando la radio y la televisión, medios relativamente más comunes en los hogares mexicanos, la realidad es que los pronósticos son más cercanos al rezago educativo que al éxito de la estrategia. Por mencionar lo evidente, existen sectores dentro del país donde la educación antes de la COVID-19 no era posible. Ahora con medidas que precisan servicios de vivienda básicos –incosteables o inaccesibles para las familias más vulnerabilizadas-, se relega la función pedagógica a los familiares del estudiantado, lo que viene a representar una brecha cualitativa.
El aprendizaje obtenido en las clases a distancia se verá influenciado por el acceso a la programación, por el acompañamiento de las familias, por el nivel académico y capacidad pedagógica de los familiares, así como por las limitantes en accesibilidad para quienes precisan formas de educación especializada. Mientras que la labor docente presentará una variabilidad considerable, dependiendo de las acciones decididas en cada institución educativa para determinar la evaluación de los aprendizajes adquiridos, así como la manera de responder a dudas y cumplir con la función propia de su profesión.
Recibir educación, pese a lo homogéneo del modelo educativo, nunca ha sido igual en México. Esta crisis sanitaria no hará más que incrementar la diferencia. En México hay infancias que no tendrán quién les supervise, hay personas adultas que se saben incapaces de atender satisfactoriamente al estudiantado, hay jóvenes que cubrirán labores de cuidado mientras intentan cumplir con sus estudios, así como hay quienes gozarán de todas las oportunidades para resistir y continuar sin que mucho haya cambiado.
Sin duda, los efectos de la educación a distancia no tardarán en hacerse visibles. Mientras podremos comparar las formas en que otros países regresaron a clases. De nuevo, la tela partidista se cortará dividiendo opiniones. De nuevo, las medidas vendrán desde la parte más alta de la jerarquía. Sobre todo al orientarse al destino de vida de las infancias, una población considerada apolítica y por tanto sin derecho a voz ni voto.






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