top of page

La casa del cuidado

  • Foto del escritor: Subversivo_mx
    Subversivo_mx
  • 23 sept 2020
  • 2 Min. de lectura

ree

ESTEFANÍA PORRAS


La pandemia se ha extendido en tiempo y territorio. Las medidas para prevenir contagios y defunciones fueron diversas y se adoptaron acorde a lo que cada país consideró oportuno. Uno de los principales factores en los que se basaron las líneas estratégicas de los gobiernos, fue la economía. En este tema no solo se piensa en la satisfacción de las necesidades diarias de la ciudadanía, sino que la preocupación central se orienta a mantener al Estado de pie.

Una economía sana permite establecer entre los países vínculos comerciales donde no exista dependencia con otros, que disminuya el grado de dependencia, o bien que la relación sea lo más cercana a un trato bilateral. Mientras que dentro de las fronteras da certezas para acceder a una vida digna en la población, disminuyendo las brechas de desigualdad. O cuando menos eso se espera.

Sin embargo, las labores de cuidado son el tema que no se ha incorporado como relevante en los asuntos públicos. Importa mientras se hable de los hospitales, donde la atención a otro se origina en la salud y es brindada por especialistas que hoy se construyen como héroes. El cuidado en los hogares pasa a segundo plano, volviéndose algo que se da por sentado desde que, en México, se nos envió a todos a casa.

El hogar es el espacio privado por excelencia donde atender las necesidades de otro, se vuelve la regla. Y con esta normativa, ocurre porque ocurre. No hay héroes ni estrategias. Una casa se habita ante la expectativa de que las necesidades puedan cubrirse sin demoras. A causa de los roles de género que acarreamos, este papel se encarna en el cuerpo de las mujeres.

La distribución de tareas orientadas al cuidado –y de labores domésticas- comienza con las mujeres, la que sea: la madre, la hermana, la abuela, la hija. En su ausencia, se pasa a los varones, quienes participan a modo auxiliar. No son los titulares de la tarea en cuestión, dan apoyo. Normalmente, los roles fijos que se les atribuye en el hogar son las cuestiones rudas, como pintar, arreglar algo descompuesto. Eso que ocurre, por mucho, un par de veces a la semana.

Han existido campañas para visibilizar esto, incluso desde el gobierno y sus institutos para las mujeres. Sin embargo, no pasan de una difusión en redes que sigue celebrando lavar un plato. No son los esfuerzos monumentales que se dan, por ejemplo, para reactivar la economía, que sí es muy importante, pero no debemos aplicar escalas valorativas a dos cuestiones cuya relevancia no es cuestionable, ni excluyente ante la otra.

El cuidado debe empezar en uno mismo para reconocer las situaciones donde es posible cuidar de otro y donde no. El cuidado permite prevenir algunas de las condiciones médicas que agravaron los casos de COVID-19 en el país. El cuidado si no se atomiza a una mujer sola encerrada con la descendencia, brinda herramientas para formar lazos comunitarios y de solidaridad. Entonces el cuidado contribuye a empatizar con la población vulnerable y cuidarles cuidándonos.

ree

 
 
 

Comentarios


bottom of page