El Grito de Dolores Hidalgo en la Casa Blanca
- Subversivo_mx

- 15 jul. 2020
- 3 Min. de lectura

Por: Camila Martínez
El presidente Andrés Manuel López Obrador salió positivo en cuanto a las valoraciones que tuvo la opinión pública sobre su visita a los Estados Unidos. En contexto complejo por la pandemia que cada día empeora más entre los estados del sur del país hegemónico, el presidente López Obrador decidió viajar a la Casa Blanca para la firma del nuevo tratado comercial T-MEC.
La reacción mexicana siempre augurando el desastre no se hizo esperar: diagnosticaron un chasco que, de nuevo, nunca llegó. Al contrario, el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo un excelente encuentro con su homólogo estadounidense, e incluso fue el tabasqueño quien marcó la agenda discursiva del hombre anaranjado.
Trump halagó a AMLO reconociendo su calidad como mandatario y su lucha en contra de la corrupción: una de las claves de la promesa de la cuarta transformación. Además, Donald Trump recuperó en su discurso a personajes clave de la narrativa de la transformación: Benito Juárez y Lázaro Cárdenas y habló de manera positiva sobre la importancia que ha tenido la cooperación entre ambas naciones frente a la pandemia COVID. No hubo, como sucedió a inicio del periodo de su mandato, ningún comentario xenófobo en contra de México, al contrario.
Por su parte Andrés Manuel demostró en su discurso el balance de un estadista, por un lado, sabiendo reconocer la importancia económica que tiene nuestra relación con Estados Unidos, pero sin descuidar los principios de la justicia, la soberanía y la igualdad entre las naciones. Así, su discurso versó sobre los apoyos históricos de entre ambos países a través de la historia y sobre la importancia de la dignificación y el reconocimiento del trabajo obrero y la migración. Habló sobre sus convicciones en torno al rumbo de la política internacional remarcando su preferencia por los principios de Washington por encima de la Doctrina Monroe.
Andrés Manuel no tuvo pelos en la lengua al decir que en la historia de ambos países hay agravios, nuestro país ha sufrido agravios que aún no han sido saldados. Se condujo con respeto durante toda la visita, pero sobre todo con la dignidad y la fuerte convicción que lo ha acompañado toda su vida de colocarse siempre del lado de las personas menos favorecidas.
Así es, la reacción se volvió a equivocar con su pronóstico catastrófico, no solo porque no entienden la fuerza que tiene un discurso lleno de principios y convicciones ante el mundo, tampoco entienden cómo el respaldo popular mexicano – que incluso se dejó ver en Washington- da fuerza a nuestro mandatario en Estados Unidos. Sobre todo, lo que sucede es que su clasismo los ciega. Es por ello que, de manera bastante torpe, han querido reducir el éxito de las relaciones internacionales mexicanas a que un presidente hable o no inglés, nada más alejado de la realidad.
Finalmente, habría que hacer un recuento de los logros sellados y las acciones bilaterales que rodean al encuentro: a partir de la visita no solamente se firmó el T-MEC, sino que Donald Trump dio un giro de 180 grados y aseguró frente a la prensa que firmará un decreto para que los llamados “Dreamers” se puedan convertir en ciudadanos estadounidenses, lo cual tendría el potencial de resolver la situación de más de 700 mil migrantes. Definitivamente una declaración que beneficiaría los compromisos humanitarios de nuestro país y América Latina.
Otra de las demostraciones de cooperación internacional que se vieron tras la visita de Andrés Manuel fue la detención del exgobernador priista César Duarte, quien se encontraba prófugo de la justicia y la respuesta del gobierno estadounidense para esclarecer el fallido operativo Rápido y Furioso en el que durante el sexenio de Felipe Calderón se introdujeron más de 2 mil armas a nuestro país supuestamente para rastrearlas, pero que estas se perdieron a medio camino reapareciendo tiempo después en casos de asesinatos y robo.
El presidente López Obrador supo ser hábil para darle su espacio a nuestros compatriotas en Estados Unidos y defender a México como actor económico fundamental en la relación de los tres países norteamericanos. Logró acuerdos tangibles que beneficiarán a nuestra población y que se basan en los principios de la igualdad entre las naciones y los Derechos Humanos. Hay cooperación, hay relación bilateral y, sobre todo, hay estrategia de este gobierno al momento de negociar sus objetivos. Nunca antes había retumbando dentro de la Casa Blanca un grito tan digno como aquel con el que cerró Andrés su discurso: “Viva México, Viva México, Viva México.”







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