El autocuidado
- Subversivo_mx

- 22 jul 2020
- 3 Min. de lectura

Por: Yessica Corral
Desde hace varios meses he reflexionado sobre la presión que ponemos sobre nosotras mismas por hacer más, ahora con la pandemia eso empeoró, disponer del tiempo que antes utilizábamos para trasladarnos o para socializar, se ha convertido en tiempo que pasamos frente a dispositivos electrónicos y sin darnos cuenta, pasan días enteros frente al monitor donde somos bombardeadas con cientos de webinarios (odio esa palabra), cursos e información que nos presiona (in)voluntariamente a dar ese extra.
A eso sumemos las decenas de publicaciones de nuestras cercanas donde vemos lo productivas que son en medio de una crisis, y sí sentir gusto por ellas y también cierta culpa por no estar haciendo nada (aparentemente) tan provechoso como lo que ellas hacen. Pareciera una competencia constante contra nosotras mismas, las ofertas a las que tenemos alcance, el tiempo del que disponemos y el efecto que eso causa en nuestra salud mental.
¿De verdad tenemos que estar haciendo algo “productivo” todo el tiempo? ¿Tenemos que saturarnos y mantenernos ocupadas cada segundo del día para sentir que estamos logrando algo? ¿Es una válvula de escape para evitar afrontar la realidad que vivimos? Cuales sean las respuestas a éstas preguntas, hay algo que queda claro: llega el momento en el que hay que reconocer nuestros límites y hasta qué punto esta saturación de actividades afecta nuestra salud mental.
En medio de una pandemia (y en realidad en la “vida normal”) está bien reconocer cuando simplemente no podemos dar más. Está bien decir “no” a un proyecto u oportunidad de crecimiento si no te sientes lista para dar ese paso en el momento que podría parecer adecuado. No está peleado con la idea de realizar ese esfuerzo extra para lograr llegar a esa meta que parecía imposible de alcanzar, pero la clave está en lograr comprender hasta dónde llega la capacidad.
Decir que “no”, no nos hará menos capaces o buenas, nos ayudará a avanzar en ese autoconocimiento que tanto cuesta aceptar algunas veces. Y ojo, tampoco se trata de dejar de cumplir con responsabilidades ya asumidas, pero sí de mediarlas y conocer sus límites. No sé de dónde sacamos la idea de que es sano estar todo el día en reuniones sin un horario decente de comida o para realizar alguna otra actividad que no tenga que ver estrechamente con algo productivo.
No querer hacer nada uno que otro día, está bien. La velocidad de la vida cotidiana muchas veces nos arrasa y si a eso añadimos una pandemia que nos mantiene alejadas del contacto humano que tal vez es más necesario de lo que creíamos, entonces, tenemos que aceptar que está bien no estar bien, está bien no querer hacer nada o no lograr la meta que buscábamos en ese día. Detenernos a reflexionar sobre nuestros sentires es importante y no requiere de una ruptura mental cuando simplemente ya no podemos más, por eso la importancia de conocernos y saber cuidarnos.
Si tu autocuidado implica ir a terapia, seguir los consejos de Bárbara de Regil, leer algún libro, prepararte algo de comer, hacer ejercicio, practicar meditación o hacer cualquier otra cosa que te haga sentir bien, es tu decisión y nadie debe hacerte sentir culpable por ella, porque hasta en eso pareciera que hay una competencia de quien hace más por sí misma. El autocuidado es solo nuestro y es, al menos en mi perspectiva, la cuerda que nunca va a ahorcarnos siempre y cuando no la soltemos, y eso, solo depende de nosotras mismas.







Comentarios