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Colectivos LGBT+ y las universidades

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    Subversivo_mx
  • 6 jul 2020
  • 3 Min. de lectura

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Por: Eduardo Piedra


La mayoría de quiénes contamos con la posibilidad de acceder al nivel superior de educación, pensamos y reconocemos a la universidad como un segundo hogar que nos garantiza la posibilidad de acceder a cierto conocimiento específico, así como una serie de herramientas que – en teoría – facilitan la maduración personal, entre otras cosas. Pensar a la universidad como un segundo hogar no se reduce al uso exclusivo de las aulas y el conocimiento, sino permite la posibilidad de encontrar amistades, mentores, redes de apoyo y personas con intereses y gustos afines.

Ello ha causado la formación de asociaciones universitarias que se comprometen con buscar alternativas de solución a los problemas que aquejan al entorno más inmediato como obras de altruistas, crear conciencia social, fortalecer habilidades o sencillamente convivir. Pareciera que las ansias de construir desde la juventud espacios de tipo “sociedad civil” se encuentra presente dentro de las universidades, sin embargo, la capacidad de agencia que como “sociedad civil universitaria” se tiene, extrañamente, logra trascender y movilizarse ajena a la política institucional universitaria. Pareciera entonces que, mantiene una suscrición y lealtad con la universidad, antes que señalar problemáticas sociales graves.

No obstante, hay movilizaciones sociales mayúsculas que no son del todo resueltas y que atraviesan a los entornos universitarios. Acciones colectivas contra el racismo, la violencia de género, el maltrato animal y la discriminación a personas de la diversidad sexual, han irrumpido el entorno universitario. Se ha evidenciado la existencia de racismo y ausencia de condiciones socioeconómicas para las personas cuyo tono de piel no es el blanco; el acoso y la violencia sexual hacia alumnas; la existencia en el imaginario social de estigmas y discriminación contra la comunidad estudiantil LGBT+, entre otros tantos males.

Ello ha colocado en una situación crítica a quienes dirigen las instituciones universitarias, pues existe una urgencia social – por parte del estudiantado – en resolver la mayor cantidad de problemáticas sociales desde los espacios educativos. Así se ha virado hacia construir grupos sociales que no sólo se comprometan o den paliativos a los entornos inmediatos, sino que se identifiquen en el sentido de elevar la capacidad de acción de los y las estudiantes para otorgar posicionamientos políticos claros sobre lo que – como estudiantes – se quiere para sus universidades y para la comunidad universitaria, de buscar darle enmienda a las problemáticas sociales que vulneran a ciertos grupos sociales. Así hay una intencionalidad clara de obligar a las instituciones universitarias a suscribirse a ello.

El ejemplo más claro, está vinculado con el surgimiento de colectivos u espacios LGBT+ en las universidades que, entre otras cosas, apelan a la construcción de espacios seguros y a vigilar, señalar y condenar cualquier acto que sea percibido como injusto, discriminante o violento contras las personas de la diversidad sexual y de género dentro de las universidades.

No obstante, la movilización social de personas LGBT+ en entornos universitarios es aún prematura. Hay universidades dónde esos espacios no existen debido a varios motivos; y otras tantas, dónde la capacidad de injerencia de los colectivos es minúscula o dónde desde posturas institucionales se termina cooptando y disolviendo los objetivos que, como estudiantado, se buscan proponer y resolver.

De modo que, los retos para los colectivos universitarios que se ciñen a movimientos sociales mayúsculos versan sobre su surgimiento (para las universidades dónde aún no existen) y la constante conciliación entre lo que persiguen y la capacidad institucional de la universidad. A su vez – como tarea pendiente – también queda el que se establezcan lazos entre colectivos de distintas universidades que potencialicen su capacidad de acción y que inspiren a otras personas universitarias a buscar que las universidades mantengan posicionamientos claros sobre ciertos temas.

En suma, es evidente que la universidad como segundo hogar es un espacio aspiracional, desigual y perfectible. Por lo que nuestra labor, como universitarios, será siempre buscar construir instituciones educativas más justas, libres y seguras para todas las personas.


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